Apenas puedo adivinar el rostro oculto de Aníbal Marichal Cabrera. Cubierto con gafas, gorro, bata… pero la humildad y la responsabilidad con que nos habla de sus rutinas nos describen un ser admirable. Asegura que en sus tres décadas al volante nunca ha sido tan útil como ahora.
“Comencé en marzo en el Sistema Integral de Urgencias Médicas de Concha y Luyanó, apoyando como una ambulancia, primero con los casos febriles, aunque no había la compleja situación actual”, relata Aníbal, conductor de la empresa Taxis Cuba.
Al igual que cientos de conductores de esa entidad, el cese de la actividad turística les dejó sin su cliente principal. “Trabajaba antes de la covid-19 con el sistema de arrendamiento en los aeropuertos, en circuitos, excursiones y recorridos del turismo”, explica.
Desde marzo de 2020 el sistema de arrendamiento para ellos se mantiene, pero el cliente pasó a ser el Ministerio de Salud Pública (Minsap) para reforzar la transportación en el nuevo contexto sanitario. “No teníamos otra opción que asumir. Lo otro era parquear el carro e irnos para la casa, porque nosotros pagamos una renta diaria por esos vehículos”, sentencia.
Aníbal es el titular del taxi y su hijo, el ayudante; aunque en un principio no estuvieron juntos. “Para mi familia fue difícil porque estábamos acostumbrados a un trabajo tranquilo, sin riesgo epidemiológico. Los primeros seis meses estuve solo porque mi esposa me dijo que con uno de los dos arriesgándose era suficiente. En aquel momento la situación era menos compleja, pero como era algo nuevo, todo el mundo estaba asustado”, rememora.
Diariamente, en todo el país unos 1 600 autos de Taxis Cuba brindan servicio al Minsap para afrontar la crisis sanitaria actual. A un año y medio de los primeros casos de covid-19 en Cuba, Aníbal, junto a otros, continúa garantizando el movimiento de enfermos, sospechosos o cualquiera otra necesidad de Salud Pública en torno a la pandemia.
“No puedes tener confianza, todas las personas que montas en el vehículo son posibles fuentes de contagio. Forramos con nylon los asientos de los vehículos y cada vez que se hace un traslado se fumiga todo con cloro, lo que también ha deteriorado los carros. Salud Pública nos garantiza el equipo de fumigación, el químico y los accesorios para protegernos.
“Al llegar a casa la ropa va directo a la lavadora, todo se lava. En el caso nuestro no tenemos niños ni ancianos, pero los que sí tiene, deben cuidarse el doble”, reflexiona y nos confiesa su preocupación ante las negligencias de muchas personas, “en ocasiones uno se desanima al ver que estamos batallando y hay tantas personas irresponsables en las calles que pueden tirar por la borda nuestro esfuerzo”.
Aníbal Marichal se satisface al contribuir con su país en medio de la dificultad. Hasta ahora, asegura, ni él ni sus compañeros se han contagiado con el SARS-CoV-2. Para su seguridad, fueron incluidos en la intervención sanitaria con la vacuna Soberana 02 y ahora laboran más inmunes ante el peligroso virus.
“Desde enero nos encontramos en la dirección municipal de Salud Pública de Centro Habana, moviendo a cualquier paciente relacionado con la covid-19. Y aquí seguiré. Alguien tiene que hacer el trabajo. Si todos nos vamos para la casa la situación sería más complicada”, dice consciente de la importancia de su participación.
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Este texto fue extraído del reportaje "Héroes en la carretera", originalmente publicado en la Revista Bohemia.