Cae la tarde en la ciudad. Las personas procuran no moverse demasiado. Desde hace varios meses, La Habana perdió el ritmo de la cotidianidad y se vive cierta quietud. Son más de las cuatro y el sol parece no tener la intención de ocultarse en Habana del Este, cerca del mar. En Cuba -como en casi todo el mundo-, se siente el desvelo en el aire: un microscópico virus de alta letalidad nos amenaza.

Entonces, el timbre del teléfono interrumpe el letargo de la tarde en un apartamento del barrio de Alamar. - ¿Sí?, responde Yaneisy Padrón. – Hola, buenas tardes, mi nombre es Deborah, soy trabajadora de Taxis Cuba y llamo para informarle que uno de nuestros vehículos pasará por usted mañana a primera hora, para que asista a su tratamiento en el hospital oncológico.

Después de escuchar palabras de agradecimiento, Deborah colgará el teléfono y llamará a otras tantas personas de la capital que como Yaneisy, no pueden postergar la asistencia médica en el Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología (INOR) de La Habana. Un equipo de Taxis Cuba se instaló en este hospital y desde ahí, realizan diariamente labores de coordinación para traslados de pacientes.

A la mañana siguiente, Yaneisy viajará en una “gacela”, como popularmente se le conocen a los Metrotaxi por la semejanza de su marca -GAZelle- con el vocablo español. Al viaje se sumarán otras tres personas del mismo municipio con similar objetivo: recibir un tratamiento totalmente gratuito para luchar contra el cáncer. Tienen la certeza de que retornarán cuando concluyan su cita médica.

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Taxis Cuba ha desplegado su flota con milimétrica exactitud en las esferas imprescindibles para vencer la COVID-19, enfermedad que produce el microscópico SARS-CoV-2 y que en estas fechas le ha costado al mundo más de 364.000 de sus hijos.

Ante esta situación, no es casual encontrar vehículos de Taxis Cuba en sus diferentes modalidades, por todo el país en gestiones de gastronomía, de comercio electrónico, de generación de energía… en muchos frentes de batalla, pero el verdadero “fuerte” es el sector de la salud.

Desde el 10 de abril se paralizó la transportación pública a nivel nacional. El día 11 a las 8:00 de la mañana, un grupo de gacelas estaban ya a disposición de las Direcciones Municipales de Salud (DMS) en la capital. Su misión estaba clara, la ciudad se podía detener, pero no los médicos ni el personal de salud, mucho menos los enfermos podían postergar sus dolencias y tratamientos.

Similares acciones se sucedieron en las direcciones municipales y provinciales de salud, de toda la isla. Otras empresas, con la guía del Ministerio de Transporte, también se sumaron a la lucha y al apoyo para hacerle frente a la COVID-19.

Bajo un estricto cumplimiento de las normas de higiénico-sanitarias, los choferes de Taxis Cuba mueven hoy una parte considerable del personal de salud pública y pacientes con necesidades de traslados. Incluso, un número importante de gacelas apoya el Sistema Integrado de Ayudas Médicas (SIUM) en funciones similares a las de una ambulancia, en diferentes unidades de la capital.

“Vivimos una crisis epidemiológica grave, aquí no se puede andar con titubeos, si el país me necesita, aquí voy a estar. Improvisar una ambulancia en una gacela habla de nuestro sentido de pertenencia y de nuestro ingenio ante las dificultades. Es como si estuviéramos en guerra, preservar la vida de la población es lo más importante; por eso como se dice en buen cubano: «a la hora que me llamen voy»”, comenta con emoción Reinaldo Marrero Piedra, chofer de la Agencia #12 de Taxis Cuba, quien hoy se integra a la unidad de SIUM de Concha y Luyanó del habanero municipio de Diez de Octubre.

Marrero y otros tantos choferes trabajan jornadas de doce horas, pero tienen implementado un sistema de rotación y descanso que les permite cumplir con ocho horas diarias como promedio al mes. Eso sí, trabajan bajo condición de relevo: un chofer da por terminada la jornada solo si intercambia su puesto con otro; la Base nunca se queda vacía.

“Sobre estos hombres y el servicio de apoyo que brindan solo puedo referirme con respeto y admiración, porque han hecho suyo el precepto por el que nosotros nos formamos: salvar vidas”, explica el Licenciado Yunior Ramírez Rodríguez, jefe de la Base de SIUM de Concha y Luyanó.

“En dos oportunidades hemos tenido que enviar una gacela con el personal de salud pertinente a atender urgencias médicas, porque nuestro parque de ambulancias no da abasto con la situación epidemiológica que vivimos. Gracias a su apoyo y respuesta rápida, dos personas se han salvado, por ejemplo, de paradas cardio-respiratorias”, añade Ramírez.

Además, “en nuestro caso, nos educaron para asumir la misión de salvar a otros y estos choferes han asumido también esa misión, por eso considero que estamos en igualdad de condiciones para sufrir y vanagloriarnos de lo mismo en esta lucha”, añade el Licenciado Ramírez.

Un criterio similar sobre el servicio y específicamente sobre los choferes de gacelas, comparten directivos de la Dirección Municipal de Salud en Plaza de la Revolución. “Son personas muy educadas, muy correctas, disciplinados, profesionales… Su labor es imprescindible para poder hacer nuestro trabajo en medio de esta situación epidemiológica”, sostiene la Licenciada María Rodríguez Perdigón, subdirectora económica de la DMS de Plaza.

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No es de extrañar el ir y venir de las gacelas en el hospital oncológico, el centro donde se reúnen quizás, las personas que más deseos tienen de luchar por la vida, y a la vez, uno de los grupos más vulnerables ante la COVID-19.

Por eso, el equipo del Puesto de Mando de Taxis Cuba en el INOR está convencido del gesto humanitario que representa hoy su trabajo de coordinación y supervisión de la calidad de los servicios. Precisamente, la sensibilidad es el impulso principal para rehusarse a la quietud de la casa, e ir a trabajar en condiciones epidemiológicas complejas. Los trabajadores de Taxis Cuba involucrados hoy en la batalla contra la COVID saben el tamaño de su responsabilidad y el aporte de su gestión.

“Yo me levanto todos los días convencida de que mi trabajo es relevante, hoy me toca coordinar, pero mañana puedo ser yo la enferma. Me solidarizo mucho con este tipo de pacientes, que son personas con necesidades imperiosas de tratamiento médico, tratamientos que no pueden postergar para vivir”, dice Deborah Santacruz, Técnica Comercial de GPS de Taxis Cuba, hoy miembro del equipo del Puesto de Mando en el INOR.

En uno de esos tantos viajes que hace al día Pavel Lázaro Martínez al timón de la gacela, lleva de regreso a cuatro pacientes que acaban de recibir atención médica. Entre ellos viaja Manuel Torreblanca, un hombre corpulento de unos sesenta y tantos años que resguarda -como todos- su rostro tras un nasobuco. “A mí esto me parece espectacular. Los beneficios que el servicio nos reporta especialmente, a nosotros los enfermos, no tiene precio. Esto nada más se ve en un país como este. Estamos muy agradecidos”, sostiene Torreblanca.

Pero, en esa gacela también va de regreso Yaneisy Padrón. “Yo vivo muy lejos, si no fuera por el servicio, no pudiera venir en las condiciones de pandemia de hoy. Además de que recibo un tratamiento gratis, me van a buscar y me llevan a mi casa…” Hubo un silencio, ella tenía la intención de seguir hablando, pero la voz no le salió más. Se fue apagando y dos lágrimas rodaron mejilla abajo, solo alcanzó a decir: ¡Gracias!